viernes, 11 de julio de 2008

Los cuervos


I.-

Hubo un cadáver, echado al suelo.

Estaba tieso y sin movimiento.

No había gente, no había duelo.

Solo era carne sin sentimiento.


Lo circundaban manchas rojizas.

Nubes y sol lo sofocaban.

Líneas de sangre hacían de tizas,

trazos de muerte le dibujaban.


Brazos abiertos, por el impacto,

puños cerrados de dar batalla.

Manos cortadas, dedos sin tacto.

Cara que sufre, boca que calla.


Estaba tieso y sin movimiento,

era un cadáver echado al suelo.

No estaba solo en su sufrimiento,

alguien miraba desde su vuelo.


II.-


Huelen un cuerpo desfallecido

Hedor culpable, desmerecido.

Sacan provechos de la tristeza,

bajan buscando una nueva presa.


Abren sus alas, son como naves,

pero con picos, las negras aves.

Ven un banquete, pero no alarma,

donde hay un cuerpo que se desarma.


Bajan de a uno, pican y vuelven.

Dejan sus plumas, todo lo envuelven

Vuelan en línea, rectos, derechos.

Muerden la carne, están satisfechos.


Llega la noche, luego que cesan,

cierran los ojos mientras bostezan

Uno protege, cuida su acervo,

sabe por viejo y sabe por cuervo.


III.-

Dicen que el muerto, fue hombre.

Que era despierto, y con nombre.


Dicen que aquél, quiso cambiar

al mundo cruel, empezó a odiar.


Dicen los viejos, que sus plegarias

eran reflejos de las malarias.


Pero hay mortales, volando alto

que son fatales en cada asalto.


Asi es la vida, dice y se alegra

huele a comida aquel ave negra.

IV.-

¿Como es que allí

Reposa ahora?

Pobre de mí

Se fue su hora.


Un punto claro,

Tuvo aquel necio,

Fue su repudio

Por el desprecio.


Ahora es comida

de cuervos, el bueno

Ahora su carne

Se vuelve veneno.


Vasto desahucio,

Y pena sentencio,

Para el espacio

Que deja el silencio.



ARROIT

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