Generalmente no nos damos cuenta de su presencia, es tan persuasiva que se mimetiza con el aire y se nos incorpora desprevenidamente. No solo nos confunde, sino que nos engaña, nos hace creer que somos felices con su presencia, nos hace decirle a la gente que nuestros días marchan correctamente, cuando realmente nos desangramos en silencio.
Un día vas a encontrarla dentro tuyo, con tu cuerpo, tu ropa y tus miedos. No vas a encontrar manera de explicarle a los que te rodean que ese no eres tú, y ellos te miraran con ojos extraños, con pupilas desconocidas.
Ella va a cerrar con llave las puertas de tu hogar, desplazará las cortinas y bajará las persianas, arrinconándote en una parcela de espacio restringido; te insistirá en que el sol no existe y provocará que la luz enceguezca tu mirar. Te hará romper tu reloj y que ardan tus lágrimas, mientras se ríe a tus espaldas. Va a depositar en tu boca sedimentos de amargura y derrocará todas tus iniciativas.
Pero ¿Como evitarla? ¿Como hacer para no creerle tan convincente argumento de que con ella vas a olvidar tus penares y desdichas?, no existe respuesta alguna, vas a despertar sorpresivamente en un día sin horas, en una habitación con pocas paredes y una cama; y frente tuyo va a estar la soledad, emanando olor a humedad diciendo suavemente al jadear: cuanto que has tardado en llamarme esta vez…
Facundo Joel
1 comentario:
Muy bueno, tienes razón no se sabe como entro ni como romperla, pero a veces es buena la soledad para despejarte y sentir las cosas nuevas que no se dan con la compañia....
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